A este lado del tiempo





             (disponible en lalibredebarrio@gmail.com) 


Estás ahí, sentado sobre el borde
de ese banco de piedra del estanque,
miras hacia la cámara y sonríes,
las manos enlazadas y los hombros caídos.
Yo frente a ti, fuera del objetivo.

Detrás se abre un camino hecho de arena,
jalonado de setos con árboles al fondo
y, aunque parece un cuento, sobre el agua,
como palmas abiertas, hay hojas de nenúfar.
Tus ojos parpadean bajo un golpe de luz

Yo te miro en silencio y llamo casa
al sitio entre tus brazos y tu pecho
que mi piel adivina, y me adelanto
para llegar al puerto que tu cuerpo me ofrece.

Tú frente a mí, me extiendes
Los brazos y sonríes.

 _______________________________________________                             

Todavía recuerdas esas viejas maletas,
las viste en el altillo
que tu abuela ordenaba
o las llevó a tu casa aquel invierno.

O en el cine,
maletas de estación en blanco y negro
evocando un viaje
o dando testimonio
del tránsito y la espera.

Y esta noche al pasar,
rotas y abiertas
en el contenedor de la basura,
enredadas
entre cajas y ropas;
última escena de una historia
que nadie va a contarte.

 _______________________________________________   
  
Repintada y menuda
una mujer mayor parada en el andén
mira sin expresión a una muchacha joven
que se arregla las uñas.

Yo acabo de llegar y las observo
a mitad de camino
del espacio y el tiempo:
una mujer que mira
a una anciana
que mira a una muchacha.

Ella, la joven,
vueltos los ojos hacia el tren que llega,
continúa sin vernos.

 _______________________________________________  

Él está allí,
tu amigo,
rota su voluntad contra el dolor,
herido.

Es abril en la calle,
tú caminas
y él aprieta los labios y se esconde
tras los ojos cerrados
y el rumor incesante
de un hospital recién desinfectado.

Miras el sol en las aceras
y le imaginas,
lejos,
enmudecido y quieto.

Tú caminas
y en su ventana abierta
luz de patio interior
y dos palomas.

 _______________________________________________  

La casa de mi madre
tiene un jardín secreto
que me ha estado aguardando.

La  casa de mi madre
en la distancia
de los años,  y el tiempo
convertido en peldaños
que mi sueño recorre.

La casa de mi madre:
una escalera
que solo se remonta
con los ojos cerrados.

Y ese jardín ignoto              
al que retorno,                 
devolviéndome el mundo
sin palabras.

 _______________________________________________   


Madre está en la cocina
y canta mientras juegas.

Tú ignoras todavía
que vas a recordarla
tantos años después
en el silencio
de la casa vacía
que fundaste.

También aquí jugaban otros niños
mientras cantabas tú
-sin ritmo, como ella-
preparando la cena.
                      
 _______________________________________________  
Ser de un pueblo sin tierra
es ser aquí,
sobre el asfalto
de una ciudad de Europa,
tan lejana.

Mujer india
sentada en el andén
de una estación de metro
suburbano.
Quieta.

 _______________________________________________  


Sobre el suelo, pintado,
un gran cartel anuncia la esperanza
-“siento crecer mi empresa”-
de quien está llamado a la victoria.

Delante hay un asiento
y una mujer sentada entre sus bolsas,
sucia, encorvada, vieja,
perdedora.
 _______________________________________________  

Estoy en la ciudad que me enseñaste
de la mano en mi infancia;
la calle embaldosada y concurrida,
las aceras antiguas
llenas de escaparates,
y esta luz que la piedra hace dorada.

Dejo que me sorprendan las distancias
que establece mi paso
en este ahora
en que un parque pequeño, una plazuela ,
tienen la geografía
del territorio extenso de los juegos.

Al final de la cuesta , la catedral
y el peso
de tu ausencia .

 ______________________________________________  

Y es como si una sombra te siguiera
 paralela y lejana:
 tú la niña en el parque,
 y la muchacha
 mirando hacia el vació en la estación del metro
 y aquella madre joven
 inaugurando el mundo
 bajo el sol de la tarde

 A este lado del tiempo, paseas y recuerdas

 y te mides los años
sobre el fugaz espejo de las otras

 No importa que se fueran, sólo
 que es más largo el camino a tus espaldas,
 y empiezas a saberlo.

 _______________________________________________  

En la maleta todo
lo que hoy puedes decir que es tuyo;
nada .
No cupieron tu madre ,tus hermanas,
tu padre, algún amigo.
No fue posible un techo,
un vaso de café,
o el olor de la tierra
de juegos de la infancia.
Ni es posible la luz.

Solo un poco de ropa
en la  maleta
que arrastras cada día por las calles
de esta ciudad lejana
que no sabe de ti.

 _______________________________________________  
  
Ella,
la mujer pálida
de gesto derrotado,
se sentó en el alfeizar
del ventanal,
la cabeza inclinada
entre las manos
abiertas y nudosas.

Él ya no la miraba:
no pudo ver la luz
acariciando apenas
su silueta en penumbra,
su desolado
instante de belleza.

 _______________________________________________  

 _________________________________________


 _________________________________
                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario