Edita : ESPACIOSEDICIONES.
2016
El tiempo de perder llega
despacio
-mira, amor, amanece
sobre los roturados campos de mi tierra-
hecho de golpes y de gestos,
de dolores y
ausencias.
Sobre el camino curvo
donde el monte se quiebra,
llega en silencio el tiempo
de la pérdida.
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Mi hermana me regala el jabón de la infancia,
el que compraba madre y al que olían
sus manos abrochándonos si el frío.
Mi hermana me regala la blancura
amarilla
del mármol de la mesa en la cocina,
cuando aún éramos todos.
Un olor y una luz y un rostro amado,
y un revuelo de abrigos y cabases
camino del invierno.
Desahucio
Por último la casa, en el camino
de todas las auroras
convertidas en noche.
Menos helada, al fin, que las aceras,
menos oscura, al cabo, que el asfalto.
Por último qué hacer
y en qué lugares,
y para qué jugar con el destino
si no existe escondite y no es posible
decir casa y salvarse.
Por último te rindes o te mueres.
Es la bolsa o la vida
y sólo tienes una.
Ya sólo tienes una de las dos.
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Aquí yace alguien cuyo
nombre fue escrito en el agua
J. C. Mestre (La
tumba de Keats)
Han muerto ya quienes dejaron en
su tumba
-jamás te olvidaremos-
testimonio
de su afán y su duelo.
Amaneció la niebla sobre el valle
y anocheció sobre la tierra el día
innumerables veces más
que aquellas
que alcanzaron a
distinguir sus ojos.
Caminantes remotos,
simples desconocidos,
arribamos ahora a este rincón del mundo
para saber que así será, también para nosotros,
el destino.
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Dejar pasar las horas,
sentir que se desliza como lenta resina
la lengua de una pena sin discurso.
Dejar pasar la pena
sobre el tiempo,
respetar su silencio de agua quieta.
Dejar pasar las horas y la pena,
llegar hasta el dolor,
y detenerse.
En nombre
del derecho a la defensa propia
y a una muerte tranquila.
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