domingo, 25 de mayo de 2014
El hilo de la memoria: la voz debida, la atención necesaria.
Esa fue mi victoria, /volver de nuevo a casa a través de los míos.../y que ellos me nombraran,/ sin miedo,/ invocando de nuevo la esperanza. Pone Marisa voz a su gente herida por una guerra cruenta y una postguerra cruel, por un silencio que quiso, después, empujar al olvido a quienes lucharon por un país mejor, más libre.
Nombrarlos uno a uno, nombrarlas una a una, devolverles al mundo de lo que sabemos, de lo que conocemos, y recordar la dura moneda que pagaron. Un acto necesario. Una batalla por la justicia en el corazón mismo de su herida histórica.
...
Y la voz que te debo
desde aquí te recuerda...
Este librito hecho de poesías, de notas, de relatos heredados, cumple un deber sagrado. Porque cuando alguien se levanta y dice, titubeante o con firmeza, los nombres de sus desaparecidos en la conquista de los derechos humanos, todos, todas, estamos llamados a pararnos y escuchar.
¿Cómo no hacer memoria para no hacer olvido? Esta pregunta , hecha en primera persona, alcanza también a ser la de nuestro presente colectivo.
Hoy, que han vuelvo nuestros enemigos de siempre a declarar una versión vieja y moderna de la guerra de la riqueza contra la pobreza, una guerra hecha de leyes, evasiones fiscales, decretos, recortes de los servicios públicos y los sistemas de protección; hoy, que las heridas y la muerte llevan las invisibles balas de la desesperación, la carencia, la enfermedad y la exclusión.
Que en las guerras no hay malos ni buenos, sólo victimas,
es un viejo adagio que todos sabemos...
Pero, cuando la guerra acaba,
hay vencedores y vencidos,
y unos arrastran a los otros por el fango y la sangre
y se regodean en su sufrimiento,
como plato final de su victoria.
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Las guerras no las empiezan los dos bandos ...solo uno que suelen ser los victoriosos, por sus medios y su violencia.
ResponderEliminarSaludos.